viernes, 19 de junio de 2009

Legalizar las drogas para disminuir su consumo y favorecer a la sociedad.


Este texto se los quiero presentar desde el patio de la casa en Isla Negra, casa del Gran Poeta y uno de nuestros Premio Nobel, el Chileno Pablo Neruda, más específicamente desde la embarcación que siempre estuvo ubicada sobre tierra “le encantaba servir acá el aperitivo a sus invitados y lo calificaba como el barco más seguro para navegar, porque el que se mareaba podía pisar de inmediato tierra firme”.

Legalizar las drogas para disminuir su consumo y favorecer a la sociedad.

Sin duda que la primera reacción a este título provocará un alto rechazo, pero de todos modos sigo con mi desarrollo.

Y me apoyaré en una consulta inicial sobre un supuesto que es indesmentible:

Supuesto: se reúne todo el dinero y la riqueza del mundo y se reúne a todos los consumidores de drogas del mundo para repartirles en partes iguales esta riqueza acumulada.

Pregunta: ¿se puede asegurar que por todo ese dinero, desde ese momento en adelante nunca más ninguno de ellos volvería a consumir drogas?

Respuesta: NO, obviamente que ellos no dejarían de consumir drogas, quizás algunos cambiarían su estilo de vida y puede que algunos no volvieran a consumirla, pero la mayoría sin duda aumentaría su consumo al eliminarse la restricción presupuestaria que los limita.

Conclusión: No es cosa de recursos destinados a controlar el consumo lo que solucionará el problema de la drogadicción en nuestra sociedad y entiéndase la sociedad global, ya que no existen fronteras para las drogas. Demostrar esta afirmación geográfica la dejaré como tarea para otro Blog, por ahora la asumiré sólo por observación personal; sino que alguien me explique la presencia de perros amaestrados en la detección de drogas en todos los aeropuertos del mundo.

Una segunda conclusión quizás menos representativa sea que debemos asumir que el grupo miembro de la generación actual adicto a las drogas ya es caso perdido, e incluso quizás debamos pensar que la generación siguiente ya tiene una importante carga de mensaje genético transmitiendo la herencia de vida de sus progenitores, si es que serán capaces de procrear luego del daño fisiológico del consumo, por lo que las soluciones quizás si deban ser pensadas con resultados a 100 años plazos.

Como aporte al tratamiento de los actuales dependientes de las drogas, quiero presentar un experimento que leí en la Página de El Cato Institute, centro de investigación de políticas públicas no partidista con sede en Washington, D.C., fundado en 1977, en un artículo del 4 de mayo de 2007, titulado : "Narcos, ¿quitarles el mercado?" Por Luis Pazos (http://www.elcato.org/node/2470) y que presenta un estudio del DR. en Psicología Mauricio Nelligan en una Clínica para drogadictos de Los Ángeles California, donde a adictos a la heroína se les dio un substituto llamado Metadona. Los resultados de esa experiencia fueron que más del 70% siguieron consumiendo la droga, pero más del 90% se integraron a la sociedad y estabilizaron su vida familiar. Al darles la droga en la clínica, la mayoría dejó de robar y delinquir. Muchos de ellos encontraron un empleo y ya no representaron un peligro para la sociedad.

En las calles la dosis diaria para un heroinómano o cocainómano anda entre 100 y 300 dólares, lo que obliga a la mayoría de ellos a cometer ilícitos. Si el gobierno les aplica la droga en clínicas y hospitales a quienes están dispuestos a registrarse en un padrón anónimo y comprometerse a entrevistarse una vez al mes con una trabajadora social o psicólogo, se lograría reducir sustancialmente la delincuencia, reintegrar a los adictos a su familia y a la sociedad. Por otro lado, se les quitaría una tajada del mercado a los narcotraficantes.

Con esto quiero cerrar el tratamiento actual del combate al consumo, separando el ser consumidor con ser un desadaptado dañando a la sociedad en la búsqueda de conseguir la droga, con el costo económico social que esto conlleva. Salir del mercado de la droga en sí y entenderlo como un parte del mercado social completo.

Hasta acá, matices más, matices menos, creo que es difícil estar en desacuerdo con los planteamientos que he presentado; entonces ahora y como forma de detener la debacle que he anunciado amarillistamente para despertar la ira de quienes leen mi ensayo y piensan en los cientos de miles de niños que hoy consumen drogas y a quienes he condenado a una vida de adictos, decirles que efectivamente no me preocuparé de soluciones para ellos porque ya existen recursos por montones entregados a programas de combate a las drogas que hasta ahora no muestran mayores resultados efectivos y me dedicaré a brindarles protección a los restantes millones de ciudadanos que están aterrados pensando en qué pasará con esos niños de hoy cuando crezcan y arrasen con su seguridad afectando el bien común. Creo que la idea del subsidio en drogas para conseguir sacarlos de la escalada de daño social puede ser una buena oportunidad para ello.

Ya probé que era utópico pensar en que se puede combatir el consumo de droga con recursos materiales y di una opción de cómo asumir el mal menor. Ahora voy por mi oferta.

Mi opinión es que la mejor opción de largo plazo, es atacar la rentabilidad que el negocio de producir droga entrega hoy en día y para esto tenemos dos opciones de hacerlo o ambas a la vez.

Una es subir los costos de producción y la segunda es bajar el precio final del producto; y mejor aún si sumamos las dos.

Pues esto se consigue legalizando la producción y consumo de drogas, ya que una vez establecido, se puede aplicar un impuesto a la oferta que castigue el retorno del productor y que le devuelva a la sociedad parte del daño social que está provocando su producción e incluso que el propio estado se convierta en productor para aumentar la oferta (esto es una exageración, pero sirve para reforzar mi idea) y luego esperar que la nueva oferta haga bajar el precio originalmente clandestino, con lo que irán desapareciendo muchos de los productores que hoy pueden pagar sus altísimos niveles de costos por el infinito precio que esta droga alcanza en el mercado gracias a su clandestinaje.

Ahora repacemos un poco las variables de la función de costos del productor de drogas: primero los costos asociados a la producción en sí, como la semilla, el terreno, etc., pero también debemos agregar a estas variables los costos asociados a: la corrupción social, el daño al estado de derecho, la evasión tributaria, la delincuencia, el matonaje, y todo el mundo delictual que se mueve gracias al financiamiento posible sólo por las ganancias extranormales del sobreprecio del mercado negro de las drogas, tratando de ser técnico en la definición. Mi abuela decía “con plata se compran habas”.

Entonces si logramos que el mercado lleve el precio a un equilibrio, ¿les alcanzará a los productores para financiar la actual maquinaria ilícita?, es seguro que al menos al nivel que lo hace hoy no les alcanzaría, por lo que ya tendríamos un efecto positivo sobre el bienestar social. Menos dinero para corromper el sistema legal significa un estado de derecho opoerando y una sociedad con instituciones más sólidas e íntegras para fiscalizar y controlar la producción.

Ahora retomo el inicio de mi ensayo y recalco que la droga no la erradicaremos de nuestra sociedad porque ya es parte de ella, pero podemos controlar su producción para conseguir hacer mínima la parte del daño que provoca a la sociedad en general por las vías delictivas que hoy no han podido ser controladas por leyes ineficientes porque están dirigidas a fundamentos que no son los acertados.

Por definición de vida, creo que no debemos interferir en la libertad de elegir el consumo y la adicción de cada persona, porque con eso sólo legitimamos la ilegalidad, pero sí podemos proteger al conjunto social restante de los efectos de esas decisiones y esa es finalmente mi idea.

Creo en el subsidio en droga a los actuales drogadictos. Es una forma de conseguir que ellos no sigan provocándole pérdidas a la sociedad y al menos sumen un mínimo.

Creo en la legalización de la producción y consumo para afectar los ingresos extranormales que financian el daño social.

Pero con la misma fuerza, creo en una campaña educativa sin proselitismo, sin prejuicios ni estigmas sociales heredados de antaño con claros sesgos controladores y limitantes de libertades, sin fundamentalismos atrasados a la evolución de la sociedad actual y donde la libertad de conciencia se respete, porque creo que si alguien sabe los daños que la droga provoca, difícilmente se acerque a consumirla y como habremos arruinado a los productores, la oferta ya no tendrá el mismo poder de persuasión para iniciarlos al consumo.

Pero también creo que si alguien decide libremente hacerse consumidor, debemos responsabilizarlo legal y económicamente por la externalidad negativa que genera y ponerle una cuota de retorno mínimo hacia la sociedad, remunerándole con su moneda, una cuota de droga garantizada por la misma sociedad, al menos así sumaría cero. Hoy los drogadictos suman negativo para nuestra sociedad.

Como corolario: Creo en un mercado legalizado de la entretención, donde compitan libremente por los mismos recursos económicos: una entrada al cine, una entrada al estadio, un libro, un ejemplar de Condorito, una ronda de cervezas con los amigos y un papelillo de pasta base de cocaína.

Rodrigo Llanos Canales, Universidad Finis Terrae, Santiago Chile.

Este ensayo se los quiero presentar con un brindis de agradecimiento por visitarme y ojalá opinen. Salud.

Rodrigo Llanos.

El Príncipe de Maquiavelo.

En el marco de mis estudios en la Universidad Finis Terrae en Santiago, Chile, debí plantearme frente a todas las virtudes que se le reconocen al Libro El Príncipe de Maquiavelo, principalmente citado hoy como inspirador de la cultura del cambio y texto obligado en los cursos de Economía o MBA.

De esa experiencia, quiero compartir mi opinión sobre el citado texto.

Primero que nada se debe tener en cuenta el contexto generacional en que fue escrito y fue desarrollado el Libro. En esos umbrales del siglo XVI, la obra debe ser entendida como un fenómeno de planificación estratégica y adelantaba en más de 5 siglos la necesidad de adaptabilidad y disposición al cambio como estrategia de sobrevivencia y éxito empresarial.

Hay que entender que en la época, la emancipación y actitud conquistadora eran el símil al comercio internaciones de hoy, donde el gobernante que no crecía en poder y en extensión de su imperio, terminaba siendo consumido por el medio, que sería lo que hoy le puede pasar a aquella nación que no sea capaz de insertarse en el comercio abierto y competitivo que fluye entre las naciones. Ejemplo, los devastadores resultados de los 50 años de Revolución Cubana, que para este análisis deben ser vistos sólo como resultado de una política económica restringida a su demanda y producción interna. Discutible que tanto aplica la revolución al desarrollo turístico de la Isla, pero nos centraremos en el mensaje oficial que dice que Cuba no participa de esta realidad de Economía Mundial de Mercado.

De esta manera, sin duda que la obra de Maquiavelo fue clave para anticipar ciertos fenómenos que el describe y de los cuales tuvo la virtud de extraer enseñanzas que por la experiencia las convertía en estrategias muy bien recibidas por los Príncipes a quienes favorecía con sus asesorías.

Hasta acá una evaluación muy positiva del Libro puesto en su época.

Pero cuando llevamos este texto y los obligamos junto a su autor a desplazarse de esa época a nuestros días, también lo forzamos a meterse de lleno en la realidad actual, donde la revolución tecnológica pone en el ambiente un nuevo y definitorio dato: El uso y la disponibilidad de información instantánea y a disposición de todos.

¿Cómo afecta al Libro esta nueva realidad? Si pensamos en la época original de la obra, el tener esta guía era privilegio de pocos, ya que aunque cueste entender cómo funcionaba el mundo sin Internet y sin moles, no existían las bibliotecas virtuales para comprar libros a cualquier hora del día o de la noche ni tampoco las Librerías tipo feria Chilena del Libro, que atendiera en horario de mol, es decir 24x7 días.

En esa época, los consejos y tácticas dispuestas en este libro sólo eran de conocimiento de algunos.

Sin embargo, el enfrentamiento entre dos candidatos rivales con la misma guía en su poder, guiando sus decisiones y poniéndonos en el caso real de que el consejero fuera el mismo, Nicolás Maquiavelo, sólo podría tener un efecto neutro o negativo.

Para ejemplo simularemos un echo histórico según mi propuesta: es conocido que Napoleón usaba este Libro como guía para muchas decisiones, entonces, propongo pensar que en la Batalla de Waterloo, donde Napoleón enfrentó a las tropas británicas dirigidas por el Duque de Wellington y el ejército prusiano de Von Blücher, estos dos últimos también contaban con una copia del mismo libro y aplicando la estrategia del reglón contrario al usado por Napoleón, pudieron anticipar su movimientos estratégicos y terminaron derrotándolo gracias a conocer estos movimiento.

Espero que se entienda que lo que acabo de presentar no es un aporte a la historia ni mucho menos, sino sólo una forma de cerrar esta primera parte referente a mi proposición de entender la obra de Maquiavelo como aporte a su época, pero que ha envejecido con los años.

Por otro lado, me voy a valer de un detalle que aparece en la portada del Libro exactamente donde dice: Pensamiento Político.

A mi entender, la posición del autor tiene hoy muchos pares contemporáneos, ya que la práctica de sugerir modos de acción opuestos para la misma decisión y aparecer siempre como dueño de la correcta, es la profesión de muchos asesores políticos, cuya principal virtud es tener una calculadora electoral que permite meter datos y recibir de vuelta formas de hacer las cosas “políticamente correctas”.

De esta manera, podría Yo pensar que hoy Maquiavelo estaría de seguro en uno u otro comando político hablando a la oreja de los Candidatos, indistintamente que en una elección sea Rojo y a la siguiente Azul.

Finalmente mi crítica va más al fondo, donde denuncio que las prácticas propuestas por Maquiavelo pueden parecer estratégicamente muy viables, pero carecen del sentido necesario de asimilar las condiciones propias de cada uno, por lo que se termina diluyendo en muchas proposiciones para hacer lo mismo, lo que define una conducta errática y acomodadiza, falta de convicción y de ideología, es decir, desechable. No digo que esto sea malo, es más, es lo que más se usa actualmente. Sólo digo que a mi no me parece y que creo en mantener siempre una posición más sustantiva, llena de errores a corregir, pero jamás entregada al escrutinio público.

Para reforzar mi postura: Los avances de los últimos años a favor de la humanidad, vienen del campo tecnológico, que después se aterrizan en diferentes áreas aplicadas como la medicina, la ingeniería, etc. han aportado productos terminados muy superiores que sólo son posibles gracias a las nuevas herramientas entregadas por la tecnología.

En este sector es donde han destacado hombres que justamente no dudan ni transan hacia donde van. Por ejemplo, si Steve Job hubiera confiado en Maquiavelo, jamás habría enfrentado a IBM, sino que habría tratado de instalar a su familia a trabajar en las instalaciones de IBM para provocar una mezcla que varias generaciones después aceptara el concepto del Macintosh de Apple y hoy la Compañía de la Manzana no habría aportado el desarrollo de un Hardware que permitiera a cualquiera poder hacer una carta en un procesador de texto, ni menos hacer una planilla de cálculo con el Mouse y las operaciones básicas de Matemática.

Lo mismo Bill Gate, quien no dudó en entregar sólo la licencia de su Windows a IBM, con lo que estableció una alianza que permitió desarrollar un lenguaje de comunicación que permite a cualquier persona que sepa o no sepa de computación, gozar de los beneficios que esta tecnología aporta.

Y por último, en su zigzagueante aconsejar, quizás en una de las posible sugerencias que Maquiavelo entregaría a Steve Job o a Bill Gates, también estarían contadas las de hacer lo que estos Príncipes de nuestros tiempos hicieron, pero vendrían en un cúmulo de diferentes sugerencias que al menos les habría demandado dudas con el consumo de tiempo y sus costos asociados.

Metafóricamente dejo planteado un ejercicio: si uno pudiera tomar todas las iniciativas y características descritas en las páginas impares del Libro El Príncipe de Maquiavelo obtendría un Príncipe diametralmente opuesto al mismo Príncipe hecho con las definiciones y características de las páginas pares.

Creo que para estos tiempos, se necesitan guías más concretas y fundamentalmente que aporten iniciativas más certeras.

Cambiar 4 veces en 90° hacia el mismo lado, significa quedar en la misma dirección, pero con un costo que originalmente era ¼ del costo final y con una cantidad de tiempo consumida. El cambio no es gratis ni es obligatorio.

Rodrigo Llanos, Universidad Finis Terrae, Santiago Chile.