miércoles, 25 de agosto de 2010

El gráfico muestra cómo la deuda pública de los países emergentes baja en proporción a su PIB v/s la de los Países Desarrollados que se dispara post crisis.

La Alegoría más odiosa pero más sencilla de representar:
¿A quién le prestaría Usted dinero?
a) a un vecino de Chicureo que vive de los giros de la tarjeta CMR, o
b) a un vecino de Cerro Navia que vive de su efectivo ganado en la venta de su puesto en la Vega Central.

La asociación no tiene ningún sesgo, es sólo representar la conveniencia de un mundo que ha cambiado brutalmente las percepciones y los afectos.
Porque creeo en los mercados de acciones de los países emergentes, debo creer en sus bonos.
La mejor respuesta es que los bonos emergentes han ofrecido mayores rentabilidades absolutas con una correlación y un riesgo relativamente bajos.
¿Por qué arriesgarnos en Fondos de Deuda Emergente? Debemos partir de la base de que los partícipes del mercado de capitales ya están familiarizados con los grandes argumentos que sustentan la inversión en los mercados accionarios emergentes.
Podemos destacar todas las reformas económicas que tuvieron a Chile como pionero al aplicar políticas y regulaciones que marcaron una tendencia de crecimiento económico y empresarial que puso el rumbo para salir de la crisis económica primero y al desarrollo después. La apertura a intercambios comerciales, a través de las materias primas primero y la pretensión de mayor valor agregado en un incipiente flujo de exportaciones de manufacturas, ha traído la prosperidad al sector exterior de estos países.
Los países que forman estos mercados emergentes propiciaron acontecimientos de claro avance para transformar el sector público y privado y se han traducido en una mejora constante de la calidad crediticia de la deuda de los mercados emergentes: decisiones de macroeconomía asociadas a las políticas monetarias, presupuestos fiscales sólidas y sostenibles; crecimiento económico relacionado con las materias primas y las manufacturas; gran mejora de los saldos internos (presupuestos) y externos (balanza comercial); resultaron en mejores índices macroeconómicos como: inflación reducida, tipos de interés más bajos y divisas más sólidas.
Así, los primeros en retornar sólidos y abundantes resultados han sido durante la última década los mercados de deuda emergentes y con un nivel de riesgo reducido si los ponemos en la perspectiva de los efectos de la reciente crisis económica en las economías desarrolladas lo que sumado a las proyecciones de fuerte y ya continuo crecimiento nos permite sugerir que los diferenciales de la deuda de los mercados emergentes (la rentabilidad adicional sobre los bonos del Tesoro estadounidense) siguen compensando con creces a los inversores por el riesgo de impago, última herencia de un pasado de errores doctrinarios que llevaron a estos países a default, hiperinflaciones, subdesarrollo, etc. pero de donde han salido con la lección aprendida.